domingo, 25 de febrero de 2018

MARÍA DE LA O LEJÁRRAGA


¡Hola a todos y a todas!



Cuanto tiempo sin escribir, ya os echaba de menos, he estado bastante liada, a veces surgen imprevistos, pero estoy poniendo en orden mis prioridades.



Hoy vamos a añadir una mujer a la sección mujeres olvidadas.



María de la O Lejárraga García (San Millán de la Cogolla, La Rioja, 1874 – Buenos Aires, 1974) fue una escritora y feminista española. Es también conocida como María Martínez Sierra, seudónimo que adoptó a partir de los apellidos de su marido, Gregorio Martínez Sierra.



María de la O Lejárraga nació en el seno de una familia acomodada de San Millán de la Cogolla (La Rioja). Su padre, Leandro Lejárraga, era cirujano y ejerció la medicina en Madrid. Estudió en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, finalizó sus estudios de magisterio y ejerció como profesora. Sin embargo, sus inquietudes literarias chocaban con la sociedad en la que creció, cerrada a la idea de que las mujeres se dedicaran a las artes y ciencias.


Fue una de las voces más clamorosas de la Segunda República en favor de los derechos de la mujer llegó a obtener el título de profesora de idiomas. Cuando tenía 23 años, conoció a Martínez Sierra, seis años menor que ella (una diferencia por entonces significativa), y tres años después se casaron. Comenzó entonces una relación que tuvo una enorme trascendencia en el mundo literario de la época: ambos fundaron las revistas Helios y Renacimiento, en las que escribieron nombres fundamentales como los de los hermanos Machado, Juan Ramón Jiménez, Pérez de Ayala, Unamuno, Rubén Darío y muchos otros.

Una labor intelectual que tuvo también su vertiente comercial: novelas como Tú eres la paz, obras de teatro como Canción de cuna (llevada al cine en cuatro ocasiones) o Primavera en otoño. También los libretos de El amor brujo y el argumento de El sombrero de tres picos para el compositor Manuel de Falla, se convirtieron en rotundos éxitos que hicieron de Gregorio Martínez Sierra, el único que firmaba las obras, un autor de renombre internacional. Sin embargo, hoy sabemos que, como mínimo, en todas ellas intervino profundamente su esposa, aunque, para muchos biógrafos, en realidad la autoría habría que atribuírsela prácticamente a ella.

María de la O sacrificó su labor docente y pidió la excedencia en 1908 para dedicarse de lleno a la literatura. También colaboró con literatos consagrados como Eduardo Marquina en su obra El pavo real o con Carlos Arniches, en La chica del gato, que posteriormente fue llevada al cine. En 1914 María de la O realizó el libreto de Margot, con música de Joaquín Turina, un drama lírico en tres actos.

Pese a esta ocultación, había sospechas sobre la verdadera autoría de las obras. En 1930, antes de morir, Gregorio firmó un escrito en el que reconocía la coautoría de su mujer, pero él reclamaba estos derechos para sí. Incluso se ha reconocido que obras de otros autores, como fue el caso de El pavo real de Eduardo Marquina, fueron también escritas por María Lejárraga y que Marquina contribuyó exclusiva o primordialmente a su versificación.

Su militancia socialista la llevó a una gran labor feminista. Labor que la involucró en multitud de iniciativas en la lucha por el sufragio de la mujer (ella misma saldría elegida diputada por Granada en 1933, en las primeras elecciones que contaron con la participación de las mujeres) y la búsqueda de la igualdad en todos los órdenes entre los sexos.

Así, llegaría a escribir que "el feminismo quiere sencillamente que las mujeres alcancen la plenitud de su vida, es decir, que tengan los mismos derechos y los mismos deberes que los hombres, que gobiernen el mundo a medias con ellos, ya que a medias lo pueblan, y en perfecta colaboración procuren su felicidad propia y mutua y el perfeccionamiento de la especie humana. Pretenden que lleven ellos y ellas una vida serena, fundada en la mutua tolerancia que cabe entre iguales, no en la rencorosa y degradante sumisión del que es menos, opuesta a la egoísta tiranía del que se cree más”.

María Lejárraga sólo luchó por la autoría de sus textos cuando la hija que Martínez Sierra tuvo con la actriz Catalina Bárcenas reclamó los derechos de autor de sus obras. La escritora vivía desde hace tiempo olvidada en el exilio en Buenos Aires, donde murió en 1974 a los cien años. Fue entonces cuando ella escribió unas memorias, 'Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración', en las que desvelaba en parte aquella arquitectura del engaño. Sin embargo, no ajustaba cuentas sobre la autoría de las obras, pero era evidente la verdad que desvelaba.

Así lo demuestra en la dedicatoria: "A la Sombra que acaso habrá venido -como tantas veces cuando tenía cuerpo y ojos con que mirar- a inclinarse sobre mi hombro para leer lo que yo iba escribiendo". El plagio de su marido no fue el único que sufrió Lejárraga. Cuando estalló la Guerra Civil tuvo que salir al exilio y residió un tiempo en Estados Unidos. Para poder vivir llevó un guión a Walt Disney titulado 'Merlín y Viviana', pero no tuvo noticia del texto. Poco después vio en el cine la película 'La dama y el vagabundo' inspirada claramente en su historia.

Antonina Rodrigo en el ensayo 'María Lejárraga, una mujer en la sombra' ayudó hace años a descubrir la historia de esta mujer silenciada y olvidada. Una mujer que postuló la independencia femenina y que en las elecciones de 1933 consiguió ser diputada por Granada durante la Segunda República. Su implicación con el pueblo y la labor de justicia social quedó plasmada en los libros 'Una mujer por los caminos de España', 'Cartas a las mujeres de España' o 'La mujer moderna'.

Es totalmente contradictoria y chocante la historia de esta mujer, ya que María no era una mujer tradicional, sino que era feminista y progresista.

Lo paradójico entre su forma de pensar y su manera de actuar, ocultándose detrás de la firma de su marido y otorgándole a este todo el reconocimiento social.

Suponemos que se trataba de una “cuestión de entrega y respeto amoroso” o “fidelidad mal entendida”.

Aunque más tarde si logró, tras la decepción amorosa y la depresión que padeció posteriormente, reunir las fuerzas necesarias para enfrentarse a sí misma y a su marido y recuperar paulatinamente su identidad intelectual.

El recordar a esta mujer me ha hecho reflexionar sobre el feminismo y ver que es distinto según la época a la que nos remontamos, según el país y la situación, es decir que, aunque se persigue siempre el mismo fin hay que tener en cuenta que cada mujer vive el feminismo según sus circunstancias y le va a costar más o menos entenderlo y llevarlo a cabo, a veces las mujeres no somos conscientes de nuestro potencial y nos falta esa fuerza y valentía.

Las demás solo podemos entenderlas y ayudarlas de la mejor manera posible, lo importante de esta mujer es que era consciente de su valía y también de lo que era el feminismo y esto ya supone un gran paso, aunque el siguiente para ella fue mucho más duro.

Un besazo y hasta la semana que viene. 

Fuentes consultadas:

https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_de_la_O_Lej%C3%A1rraga
https://www.elespanol.com/cultura/20160728/143486478_0.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/05/11/andalucia/1336723786.html
http://www.huellasdemujeresgeniales.com/maria-de-la-o-lejarraga/








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