¡¡Hola a todos y a todas!!
¡Cuanto tiempoooo SORRY!!!
Por fin retomo de nuevo el blog y esta vez con fuerza, todos
los domingos intentaré publicar nuevos posts.
El otro día me topé con una publicación en el Facebook y realmente me hizo pensar, reflexionar y me sentí identificada con esta publicación y procedí
a compartirla en mi tablón.
Últimamente he observado a la gente demasiado seria, densa,
como podría explicarlo los veo de color gris.
En esta publicación decía que para algunas personas la
madurez consiste en matar y dejar bien escondido y enterrado, al niño que
alguna vez fuimos y que todos llevamos dentro.
He heredado de mi madre una característica en mi
personalidad y es que por muchos años que cumplamos siempre tenemos mucho humor,
ganas de divertirnos, nos gusta la aventura y somos muy revoltosas…
Por ejemplo, oír música en la tv y de repente bailar, hacer
ruiditos, cantar en voz alta en casa, reír y decir tonterías a veces sin ningún
motivo aparente, querer hacer reír a otras personas, desconectar de la realidad
y sumergirnos en un mundo mágico.
A veces la gente confunde esta manera de ser con la locura o
la inmadurez y para mí es un gran error.
Aparte de no ser frutas, los humanos no maduramos nunca
porque somos humanos. Somos imperfectos. Somos eternamente inmaduros. Crecemos,
mejoramos, nos acercamos a la maduración, pero nunca maduramos del todo. Nos
acercamos al Ser, pero no llegamos ahí totalmente. No existe un punto de
llegada, sino que el andar por el camino debería ser el punto de llegada.
Siempre.
Aldous Huxley, en “Una visita a un mundo feliz”, citó al
filósofo psiquiatra Erich Fromm:
"Nuestra sociedad occidental contemporánea, a pesar de
su progreso material, intelectual y político, ayuda cada vez menos a la salud
mental y tiende a socavar la seguridad interior, la felicidad, la razón y la
capacidad para el amor del individuo; tiende a convertirlo en un autómata que
paga su frustración como ser humano con trastornos mentales crecientes y una
desesperación que se oculta bajo un frenético afán de trabajo y supuestos
placeres (…) La organización excesiva transforma a hombres y mujeres en
autómatas, sofoca el espíritu creador y suprime la misma posibilidad de la
libertad.”
El resultado es: Un gran rebaño de ovejas, robots, normales,
autómatas, esclavos, producciones en serie-made-in-china, cuerdos sin identidad
ni razón de ser propia, con serios problemas mentales, siguiendo los estándares
sociales de madurez y viviendo el modo de vida preestablecido.
De nuevo nos topamos con la sociedad y con su mala costumbre
de imponernos sus normas para mantenernos a raya, cada ser humano es único e
imperfecto, aunque siempre nos va a resultar difícil ser diferentes y saltarnos
las reglas de lo establecido.
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) señala
tres usos del término madurez: un cierto estado de las frutas; el juicio
prudente o sensato; y la edad de un individuo que disfruta plenamente de sus
capacidades y que todavía no alcanzó la ancianidad.
El problema es obsesionarse con alcanzar ese algo. Porque
cuando crees haberlo alcanzado, ves que se dispara nuevamente al horizonte
obligándote nuevamente a correr tras de él. Puedes pasarte la vida persiguiendo
ese algo y perderte de todo lo bueno que ocurre a tu alrededor. La vida está
hecha de momentos para disfrutar y como yo digo muchas veces es esto lo que nos
vamos a llevar.
Yo no quiero perder mi esencia, ni desconectarme de esa niña
que llevo dentro.
Deberíamos dejar de llamar inmaduras a todas aquellas
personas que han sido capaces de conservar lo más valioso de sí mismos, a pesar
de haber sido rechazados y etiquetados.
Existen muchas madureces como variedades de personas. Cada
una es única. Ocúpate de recorrer la tuya. Sea como sea ésta. Y no hacia la
“madurez” que dicen todos.
Reconectemos con nuestra esencia. Diversifiquemos al máximo
nuestra realidad social y cultural. Llenemos de muchos más colores este mundo
cada vez más gris y sombrío.
un besazoooooo y hasta la semana que viene.